Generalmente considerado un postre, la seada es una lámina de pasta fresca de semolina de trigo duro, de forma redondeada, con un relleno de queso de oveja ligeramente acídulo y aromatizado con cáscara rallada de limón o naranja. Una vez frita se puede comer sin condimentarla, aunque la mejor manera de apreciar su sabor es pincelarla con una de las muchas variedades de miel sardo.